La creciente amenaza de las estafas románticas
La estafa romántica es un delito online que puede cometer cualquiera. Las estafas románticas se producen cuando un delincuente utiliza una identidad falsa en Internet para ganarse el afecto y la confianza de la víctima. El estafador utiliza entonces la ilusión de una relación romántica o íntima para manipular o robar a la víctima. A menudo, la estafa ocasiona pérdidas económicas a la víctima. Las estafas románticas son uno de los tipos más comunes de fraude en línea. En 2022, casi 70.000 personas denunciaron una estafa romántica, y las pérdidas declaradas alcanzaron la asombrosa cifra de 1.300 millones de dólares (Comisión Federal de Comercio) y las cifras han ido aumentando cada año.
Los autores de las estafas románticas son expertos en lo que hacen y parecen auténticos, atentos y creíbles. De hecho, los autores suelen ser muy hábiles como expertos en personas y como ciberdelincuentes. Explotan sin piedad la necesidad natural de las personas de encontrar, por ejemplo, compañía o una pareja para toda la vida. Puede ser muy difícil para una víctima saber al principio si se trata de una simple presentación de alguien que busca compañía, o si está siendo estafada por un delincuente profesional.
Detectar las señales de una estafa
¿Cómo puedes detectar a un estafador? Un estafador puede ponerse en contacto con una víctima con un perfil falso en las redes sociales. Los canales típicos incluyen varios sitios de citas, sitios de aficiones y plataformas de redes sociales. Los estafadores están ampliando su territorio y dirigiéndose a sus víctimas a través de muchos otros canales online. Si no eres un verdadero influencer social y un desconocido te pide ser tu amigo o seguirte, debes sospechar. La persona del perfil dirá a menudo que trabaja en una profesión prestigiosa y que, por ejemplo, ha vivido en el mismo país que la víctima y le gustaría volver. También pueden intentar hacer una llamada telefónica, pero por diversas razones falla la conexión de vídeo. En algunos casos, el estafador puede decir que ha recibido una gran herencia y que, por algún motivo, no ha podido transferir el dinero a su propia cuenta. Necesitan un préstamo temporal debido a los diversos gastos de transferencia y tramitación que conlleva. La solicitud también puede referirse a una emergencia grave o incluso a la compra de una casa compartida, lo que lleva a una solicitud de transferencia de dinero a una cuenta conjunta que no es auténtica, y el dinero desaparece. El estafador también culpa o, en algunos casos, chantajea a la víctima si se niega o no puede realizar las transferencias solicitadas.
Las transferencias de dinero suelen hacerse con prisas para que la víctima entre en pánico y actúe precipitadamente. Su excusa suele estar incluida en su identidad falsa. Afirmar estar en una base militar lejana es la excusa más popular, pero «trabajador de una plataforma petrolífera en alta mar» es otra ocupación común y falsa. En resumen, las mentiras de los estafadores románticos para conseguir tu dinero no tienen fin. Sus mentiras favoritas por número son «yo o alguien cercano a mí está enfermo, herido o en la cárcel, puedo enseñarte a invertir, estoy en el ejército muy lejos o necesito ayuda con una entrega importante».
Por qué la gente es víctima de estafas románticas
La gente cae en las estafas románticas porque puede ser difícil saber si se trata de una estafa o de una simple presentación de alguien que busca compañía. Puede haber un vacío en la vida que esté maduro para una nueva relación, y diversos factores contribuyen a que una persona crea en un estafador. Los estafadores son expertos en explotar la buena voluntad, la soledad y el anhelo de amor de la víctima, además de ser hábiles ciberdelincuentes. El delincuente es una versión irresistible de la «pareja soñada»: rica, merecedora, guapa o guapo, considerada, habladora, interesada en las mismas cosas, cariñosa, inteligente, abierta y dispuesta a comprometerse.
Protégete contra las estafas románticas
La mejor forma de protegerte suele ser utilizar el sentido común. Si una oferta parece demasiado buena para ser verdad, normalmente lo es. Merece la pena preguntarse por qué se dirigen a mí, qué me piden y cuáles son los riesgos de hacer lo que me dicen.





